Durante la educación secundaria tuve varios tutores, creo
recordar que tuve 2 diferentes, uno cada 2 cursos y se llamaban Esther y Raúl respectivamente. Estos tutores eran a la vez
profesores de alguna asignatura que cursaba, Esther de Lengua Española y Raúl de Educación Física.
Tengo un buen recuerdo de ellos pues realmente estaban
implicados y comprometidos con los alumnos y atendían con mucho gusto a los
padres. Siempre estaban disponibles o hacían lo posible para estarlo tanto para
los alumnos como para las familias, incluso concediendo citas fuera del horario
lectivo. Además, mostraban gran interés por conocer a los alumnos no sólo
académicamente sino personalmente y ayudar en cualquier cuestión necesaria y si
algún alumno o el grupo iba mal, se preocupaban bastante, es decir, se tomaban
realmente en serio su labor de tutor y nos sentían como responsabilidad suya.
Personalmente,
estos dos tutores que tuve en secundaria, fueron un buen apoyo y motivación para
mi durante esos años. Podía consultar con ellos cualquier cuestión fuera o no
fuera académica y siempre me guiaron de forma correcta. No solo eso sino que Esther, que fue mi
primer tutor (o tutora, para ser más exactos) siguió estando igual de implicada
e interesada con algunos alumnos (entre los que me incluyo) a lo largo de toda
la secundaria aunque ya no fuera su responsabilidad, podríamos decir que se
preocupaba por nosotros como personas más que por alumnos.
También recuerdo que las horas de tutorías eran bien
empleadas. En estas horas tratábamos algún problema o conflicto que hubiera surgido
entre los alumnos o respecto a los profesores y si no había habido ningún
incidente, solíamos debatir sobre cuestiones sociales, políticas, etc., ya que
por aquel entonces no teníamos ninguna asignatura de Educación para la
Ciudadanía (en parte también porque era un colegio concertado religioso y no
existía esa opción al tener Religión y Ética como asignatura obligatoria).
Sin embargo, mi experiencia con tutores durante el
Bachillerato (tanto en este colegio concertado como en el IES público en el que
cursé parte del Bachillerato) no fue tan grata. No se contaba con horas de
tutoría, no había especial preocupación y compromiso con los alumnos ni con las
familias (especialmente en el IES público), y la orientación fue nula o
inexistente. A partir de Bachillerato, podría decir que los tutores sólo se
preocupaban de los resultados académicos en función de las pruebas de
selectividad. Además recuerdo varias amenazas por parte de ellos a causa de mis
resultados académicos en algunas asignaturas, sin aportar ninguna solución,
ayuda, consejo o motivación ante esos problemas. Por lo tanto, mi experiencia
con tutores es bastante variada.
En cuanto a experiencias colaborativas entre los profesores,
tan sólo recuerdo la organización de visitas y actividades culturales que varios
de ellos organizaban o excursiones de ocio a las que asistían varios profesores
como responsables del grupo aunque esto último lo hacían con cierta obligación
impuesta por los directivos del centro.
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